GALLETAS DE CANELA

La canela es una especie aromática utilizada en la mayoría de las cocinas, pero también tiene una utilidad medicinal, que tal vez no sea tan conocida. El género cinnamomum comprende gran número de especies productoras de canela, todas ellas originarias del sudeste asiático, aunque es el canelo de Ceilán el que produce la canela más apreciada por su delicado aroma. En la actualidad, el cultivo de la canela se ha extendido desde Ceilán, que sigue siendo el principal productor, hasta el sur de la India, las Seychelles, Madagascar, Martinica, Jamaica, Vietnam, Egipto, Brasil...


El origen de la canela se remonta al III milenio a.C. Su procedencia es incierta, existen diversas hipótesis que ubican este árbol en Sri Lanka, las Indias Occidentales y China. En este último país se tiene constancia de ella desde el año 2.500 a.C., siendo un producto tan apreciado como el oro. No obstante, existen otras zonas donde también fue utilizada para ofrendas religiosas como en Oriente Medio, donde el primer manojo se ofrecía al sol y con el segundo encendían el fuego sagrado para sus sacrificios a los dioses. Los habitantes del Antiguo Egipto también fueron conocedores de las propiedades de esta especia, comerciando con ella y otros condimentos aromáticos como la mirra.


En el Mar Mediterráneo fue introducida por los comerciantes fenicios y árabes desde las islas situadas junto a Zanzíbar. Los primeros bautizaron esta especia como guinnamom, transmitiéndolo a los griegos y romanos que convertirían su nombre en kinnamom y cinnamomum respectivamente, germen de su terminología botánica. Los romanos, comerciaron con países como India o Ceilán e iniciaron el consumo de la canela en su gastronomía al final de su etapa imperial (entre los siglos III y IV d.C), introduciéndola en sus dominios a través de la ruta de las especias desde China hasta las zonas orientales de Europa y las colonias egipcias del Mar Rojo. Los emperadores romanos utilizaban la canela como perfume, ya que los seplasarii o perfumistas la vendían al pie del Capitolio.  Se cuenta que Nerón, tras la muerte de su esposa, hizo quemar en una pira funeraria toda la canela almacenada en la ciudad de Roma, para recordar el olor de la fallecida.


Ya en la Edad Media se conocen otras leyendas e historias relacionadas con esta especia, pasajes asombrosos sobre su recolección o islas en las que su calidad sobrepasaba lo imaginable. Una de ellas, Ceilán, fue considerada por Marco Polo como el mejor lugar del mundo para disfrutar de la canela. No obstante, parece que ocultó esta información para no entorpecer la situación privilegiada que en esos momentos ostentaba Venecia con relación a su comercialización y al desorbitado precio que ponían desde esta ciudad del norte de Italia a esta especia.


Durante el siglo XVI la canela de Ceilán sería explotada por los portugueses, aunque más tarde los holandeses conseguirían la concesión absoluta de su comercio a través de la compañía de las Indias Orientales, extendiendo su consumo por toda Europa. De esta zona provienen los primeros árboles plantados en las Islas Seychelles y Reunión, con una producción muy importante desde entonces a la actualidad.
En cuanto a los usos medicinales de la canela se conocen desde que comenzó a utilizarse en China en el III milenio a.C. En la actualidad se sabe que tienen propiedades carminativas, antiúlcericas, estomacales y antivomitivas gracias a que las propiedades de sus aceites esenciales ayudan a disolver mejor los alimentos. Estimula la salivación y los jugos gástricos favoreciendo así la digestión, ayudando a combatir la acidez, la aerofagia y las digestiones difíciles, además de estimular el apetito cuando sea necesario.


También posee propiedades antibacterianas, expectorantes y antiinflamatorias, ayudando a combatir resfriados, tos y bronquitis. Su uso externo está indicado para el tratamiento contra bacterias y hongos, infecciones vaginales, llagas en la boca y faringitis, halitosis, o para mejorar la circulación periférica.
La receta que os traigo hoy es de unas galletas muy simples y sencillas de hacer pero que con ese olor y sabor a canela las convierte en deliciosas sin hablar de como olerá vuestra cocina mientras las horneáis. Aguantan muy bien en un recipiente hermético y son perfectas para un desayuno o merienda acompañadas de un vaso de leche. Os dejo la receta...

250 gr harina
200 gr azúcar
100 gr mantequilla a temperatura ambiente
1 huevo
3 cdtas canela molida
1 cdta levadura
azúcar y canela para espolvorear

1. Batimos la mantequilla que tiene que estar bien blandita con el azúcar hasta que quede una especie de crema. Agregamos el huevo y las cucharaditas de canela. Mezclamos. 

2. Tamizamos la harina con la levadura y la añadimos a la mezcla anterior. Amasamos hasta que quede una masa compacta. 

3. Hacemos una bola, cubrimos con film y dejamos en la nevera unos 30 minutos.

4. Pasado este tiempo, sacamos y estiramos con un rodillo la masa lo más fina posible. Cortamos con un cortapastas de la forma que queramos o incluso con el borde de un vaso o copa, lo dejo a vuestra elección.  

5. Colocamos sobre una bandeja forrada de papel de horno y espolvoreamos con azúcar y más canela molida. Horneamos a 180º unos 15 minutos. Sacamos y dejamos enfriar en una rejilla. Cuando estén frías guardamos en una caja de metal.





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