CHURROS CON CHOCOLATE A LA TAZA

Igual de típico que comerse las uvas la noche del 31 de diciembre al son de las campanadas que nos dan la bienvenida al nuevo año, es desayunar el día 1 de enero unos churros con chocolate. Los churros son un sencillo producto que mezcla harina, sal y agua con lo que se hace una masa que se fríe en aceite de oliva y que hay quién lo come con azúcar espolvoreado.
Dada la antigüedad de los ingredientes y lo sencillo de la receta, es lógico pensar que el origen de los churros se pierde en la noche de los tiempos. Ya en el Antiguo Egipto encontramos alguna muestra. En las escenas de panadería de la tumba de Ramsés III se ve la elaboración de un producto en forma de espiral en lo que parece una sartén alimentada con fuego. Lamentablemente estas representaciones en forma de frescos se han perdido y sabemos de su existencia gracias a dibujos realizados antes de su desaparición.


Otra teoría indica que el origen de los churros está en China. De allí proviene youtiao, que son tiras de masa frita dorada y salada que se comía tradicionalmente en el desayuno. En China, youtiao, se traduce como "demonio frito en aceite". Se servía originalmente en pares, que simbolizaban a Qin Hui, funcionario de la dinastía Song, y a su esposa, los "demonios" responsables del fallecimiento de un respetado general.


En algún momento probablemente tras la visita a China de mercaderes portugueses o españoles, este manjar desembarcó en la Península Ibérica. En un principio fue un plato típico de gente pobre, sobre todo de pastores, de hecho, el nombre churro proviene de la oveja churra, por el supuesto parecido de este con sus cuernos. Fueron los pastores españoles quienes popularizaron este alimento. Trabajaban durante largas temporadas aislados en las montañas y como no tenían acceso a pan fresco, utilizaron la idea del youtiao para crear un alimento parecido usando solamente harina, aceite, agua y una hoguera. Tras el descubrimiento de América los conquistadores traían de allá grandes cantidades de cacao y azúcar, de esta manera, la sal fue eliminada pasando a utilizar azúcar y chocolate, convirtiéndose en un plato dulce.


A partir de aquí el churro fue evolucionando según cada región. Los más famosos fueron los churros madrileños por su particular forma enlazada o dejando la típica forma de palo. Desayunar con churros en Madrid se remonta casi a comienzos del siglo XIX, es muy posible que el churro fuera dado a conocer en las ferias ambulantes que rondaban frecuentemente por la capital. Seguro que la popularidad del churro, (o de su variante más grande, la porra) como desayuno fue creciendo hasta ser altamente popular debido a su bajo costo, y se conocía por entonces como fruta de sartén.


Por otra parte, el chocolate tiene una historia más larga, cuya invención y nombre nos remontan a México y sus culturas prehispánicas, derivado del cacao donde en su momento fue moneda de uso corriente entre pueblos precolombinos de Mesoamérica. Se desconoce en que instante exacto entre el siglo XIX y comienzos del XX se inventa esta pareja de desayuno, quizás la sabiduría popular fuera la que indicó de forma espontánea la idoneidad de este emparejamiento.


Pero como cordobesa, no puedo dejar de hacer mención a nuestros jeringos, algo tan genuinamente cordobés como el salmorejo, el flamenquín o el rabo de toro. El jeringo, similar al churro, es una masa de harina, levadura, agua y sal frita en aceite con forma de rueda de unos 16 cms de diámetro, denominado así por la jeringa o instrumento cilíndrico con émbolo que expulsa la masa con el diámetro dado a la boquilla de esta. Los jeringos se toman tradicionalmente para desayunar en Córdoba los domingos y días festivos en varios puestos que se reparten por nuestras calles. Antiguamente se expedían insertados en juncos, en la actualidad se envuelven en papel para conservar el calor y se entregan en bolsas de plástico. Aunque se debate entre churro y jeringo que si es o no es lo mismo, una cosa si es cierta, lo de jeringo sólo se oye en Córdoba y sus pueblos y en ninguna otra parte de Andalucía. En Sevilla, por ejemplo, los llaman "calentitos", en Jaén hay quién pide "tallos" y en Málaga, hablan de "tejeringos".


Hoy os traigo la receta de los churros y del chocolate a la taza casero, que no os llevará mucho tiempo hacerlo. Cuando los probéis estoy segura de que repetiréis en más de una ocasión, ya me contaréis. Os dejo las recetas...

Para los churros

300 gr harina
440 ml agua
5 gr sal
Aceite de oliva
Azúcar para espolvorear (opcional)

1. Ponemos la harina en un bol amplio.

2.  En un cazo ponemos a calentar el agua con la sal. Cuando empiece a hervir, apartamos y volcamos de golpe sobre la harina. 

3. Removemos con una cuchara de madera hasta que nos quede una masa pegajosa, como si fuera un engrudo.

4.  Rellenamos una churrera y si no tenemos, una manga desechable con una boquilla con forma de estrella. 

5. Calentamos aceite en un perol hondo y vamos colocando las porciones de churro, bien en forma de palo o de lazo.

6.  Los freímos en aceite medio para que no se queden crudos por dentro. 

7. Cuando estén dorados, sacamos y dejamos escurrir en papel absorbente. Espolvoreamos con azúcar.

Para el chocolate a la taza

150 gr chocolate postres
1/2 l de leche
15 gr maizena
Una pizca de sal
Azúcar al gusto

1. Calentamos la leche a fuego medio en un cazo. 

2. Cuando ya esté caliente le añadimos el chocolate troceado. Removemos con una cuchara de madera.

3. Cuando el chocolate empiece a derretirse, añadimos el azúcar, sal y maizena hasta que el chocolate espese. Si queremos el chocolate más espeso, podemos doblar la cantidad de maizena. 

4. Servimos en taza baja de porcelana y a disfrutar mojando los churros en este delicioso chocolate.



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