BIZCOCHO DE MANZANA AL CARAMELO 

¿Quién no ha probado alguna vez un bizcocho? Creo que casi nadie, bien sea disfrutándolo solo o en tarta. Estoy segura que todos en alguna ocasión. Lo que muy pocos saben es que ya en la tumba de Ramsés III en Tebas, hay representaciones de bizcochos.
La palabra bizcocho, proviene del latín bis coctus, que significa cocido dos veces. La doble cocción consistía en secar el bizcocho en el horno para conservarlo mejor. Con esto se mantenía mucho tiempo, por lo que fue muy usado como alimento de soldados y navegantes.


La historia nos ha legado muchísimas recetas muchas veces ligadas a algún evento o lugar. No hay ciudad o pueblo que carezca de su bizcocho típico. Sin salir de España y sin pensar mucho, recordamos toda clase de bizcochos, bizcochuelos, bizcotelas y bizcochadas: mantecadas, sobaos, bizcochos borrachos, colineta, maimón, rellenos de Bergara, soletillas, mojicones... Hay bizcochos que son ya patrimonio de la cocina de Occidente como las magdalenas, el bizcocho enrollado o el brazo de gitano, el plum cake, o el clásico cuatro cuartos (4 huevos+ su mismo peso de azúcar, mantequilla y harina), fórmula difundida en toda Europa y que fue llevada hasta Japón por los misioneros españoles en el siglo XVII.


Entre los bizcochos se pueden distinguir dos grupos fundamentales: los bizcochos para tomar solos y los bizcochos para rellenar, emborrachar o formar tartas, que son más ligeros. De estos últimos, el más extendido es el bizcocho genovés. Todos tienen tres ingredientes que son indispensables: harina, azúcar y huevos. También se le pueden añadir otros que son secundarios, como la levadura, que no es totalmente indispensable ya que si los huevos están bien batidos no es necesaria, la mantequilla o el aceite que en ambos casos debe usarse como mucho templado, nunca caliente, y además de estos, se pueden agregar a un bizcocho, todos los ingredientes que nuestra imaginación y creatividad nos inspire, chocolate, cacao, nata, frutos secos, frutas frescas, verduras, zumos o aromas. La lista sería larguísima si la desglosaramos.


En cuanto a los moldes, suelen usarse metálicos, engrasados y enharinados con papel en la base para ahorrarnos disgustos al desmoldar. El llenado de los moldes no debe sobrepasar los 2/3 de su altura, para evitar que se nos desborde en el horno. Los bizcochos finos que se hacen para los brazos de gitano se hacen directamente sobre la bandeja del horno forrada con papelsulfurizado.
Uno de los puntos más delicados para muchas personas que hacen un bizcocho es la cocción. Hay a quién no le sube, a otros les sube y se hunden, o se queda crudo o demasiado cocido. El horno siempre tiene que estar precalentado. Mientras preparamos la masa dejamos el horno que se vaya calentando unos 10 minutos. La temperatura media está entre 170-180º salvo que la receta especifique otra graduación. A veces hay que precalentar  a más temperatura y a la hora de hornear bajarlo. No debe abrirse el horno mientras el bizcocho se está cociendo. Si tuviérais que taparlo con papel de aluminio porque se empieza a dorar demasiado, hacerlo cuando haya pasado al menos la mitad del tiempo de cocción total. El tiempo medio de cocción suele ser de unos 10-15 minutos para bizcochos finos o pequeños como magdalenas o plancha para brazo de gitano, entre 30-40 los bizcochos normales, y sobre 45 minutos y una hora los tipo plum cake o que llevan fruta troceada en su interior. El truco para saber cuando está bien hecho es pinchar una aguja hasta el fondo del molde. Si sale seca, estará hecho; si sale con restos de  masa habrá que dejarlo algunos minutos más.


El bizcocho debe subir igual por todas partes, quedando algo más hinchado en el centro. Si sube más por un lado que por otro, algo le pasa al horno; si queda correoso, el horno estaba demasiado frío y si queda seco y se desmiga mucho, demasiado caliente. Una vez fuera del horno, lo dejaremos 10 minutos enfriar y lo desmoldaremos, colocándolo sobre una rejilla para que se enfríe antes. Las planchas para brazo de gitano se cubren con papel de hornear o con un trapo y se enrollan en caliente. Se enfrían enrollados y se abren para rellenarlos. Con esto conseguimos que no se rompan y queden bien redondos.


Con todo esto que os he contado, no me digáis que no os está dando ganas de comeros un bizcocho bien rico. Yo os traigo hoy una receta que calmará ese deseo. Un bizcocho húmedo, muy dulce y con un intenso sabor a manzana y vainilla. Os encantará tomaros un trozo junto a un café o un vaso de leche. Os dejo la receta...

2 manzanas
1 yogurt sabor vainilla
1 medida del vaso del yogurt de aceite de girasol
2 medidas de azúcar
3 medidas de harina
1 sobre de levadura
1 cucharada de azúcar vainillada
Un chorrito de esencia de vainilla
Caramelo líquido

1. Primero haremos un caramelo o usaremos del ya hecho. Si lo queréis hacer casero, con unos 110-120 gr de azúcar, tendréis suficiente. Cubrimos con él el fondo del molde. 

2. Pelamos una manzana y cortamos en láminas. Las colocamos sobre el caramelo en espiral cómo cuando decoramos una tarta de manzana.  

3. Batimos los huevos con el azúcar hasta que blanqueen y se quede hecha una especie de crema. 

4.  Añadimos el resto de los ingredientes, el yogurt ( si no tenéis de vainilla, podéis usar uno natural), el aceite, la harina, el azúcar vainillado, la esencia de vainilla y la manzana rallada. Mezclamos todo y volcamos sobre el molde.

5.  Horneamos a 180º durante unos 45 minutos. Si véis que se está tostando demasiado la superficie, sacad el bizcocho un momento y cubrirlo con papel de aluminio hasta que se finalice la cocción.

6.  Lo sacamos, dejamos templar unos minutos y desmoldamos. Cuando esté frío del todo, le daremos la vuelta y voilá! tendremos un bizcocho perfecto para endulzarnos la semana.






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