CORAZONES DE AZÚCAR
El azúcar es para el cuerpo humano lo que es la gasolina para los automóviles, un gran combustible proveedor de energía. Es un combustible a elección, que no cansa, no deja residuos y produce inmediatamente la energía requerida. Lo que nosotros llamamos comúnmente azúcar es denominado por los químicos sacarosa. Este azúcar que empleamos diariamente, se compone en realidad de dos azúcares más simples: la glucosa o dextrosa y la fructosa.
El lugar de origen de la caña de azúcar está situado en Nueva Guinea. Desde allí su cultivo se extendió a China y el cercano Oriente en el año 4.500 a.C. En Persia, la India y en todo el sur de Asia se usaba muchos siglos antes de Jesucristo. En estas regiones ya se extraía de la caña el azúcar. Dicha planta es una especie de bambú cuya médula tenía un sabor dulcísimo y crecía en estado silvestre. Su médula era una golosina para los niños y un alimento tónico para los soldados en sus agotadoras marchas. Poco a poco se instalaron y extendieron las plantaciones de caña y se produjo tanto azúcar que comenzó a exportarse a Arabia y China, donde se difundió ampliamente. Entre tanto, en Europa se ignoraba la existencia del azúcar. Griegos y romanos continuaban comiendo sus tortas untadas con miel, que era el alimento más dulce que conocían. Los griegos descubrieron el azúcar de caña a través de un almirante de Alejandro Magno que la conoció en la India y decía que era una "especie de caña que producía miel sin necesidad de abejas". Los griegos y los romanos les llamaban "sal de la India".
Mientras tanto en Europa el azúcar era tan escaso que se despachaba al público en farmacias.La naturaleza del "bien de lujo" del azúcar, provocó que se le atribuyesen poderes medicinales. Muchas guías médicas de aquella época recomendaban suministrar azúcar a enfermos inválidos para aumentar sus fuerzas.
Durante el siglo XVIII se generalizó el consumo de café y té, lo que hizo necesario producir grandes cantidades de azúcar. Andreas Marggraf descubre la sacarosa en la raíz de la remolacha. En el siglo XIX se inicia el cultivo masivo de la remolacha azucarera a partir de la especie Beta marítima, una variedad de la acelga silvestre que se ha conseguido por selección natural, priorizando el tamaño de la raíz, gruesa y carnosa, de la que se obtiene el azúcar.
El consumo anual de azúcar ronda los 120 millones de toneladas y aumenta a un ritmo de dos millones de toneladas al año. La Unión Europea, Brasil e India, son los tres mayores productores y juntos suman alrededor del 40% de la producción anual. En cualquier caso, la mayoría del azúcar consumido se produce en el propio país, y solo un 25% se comercia en el mercado internacional. La caña de azúcar es consumida en más de cien países, y la cantidad de azúcar procedente de esta planta es aproximadamente seis veces mayor que la de la remolacha.
Hoy os traigo una receta muy dulce, unos corazones de azúcar que os van a dar ese toque mágico en vuestra mesa a la hora de acompañar un café o un té. Además son muy fáciles de hacer y seguro que os encantará el resultado. Os dejo la receta...
240 gr de azúcar para cada color
Colorante comestible rojo o infusión rooibos
1 cucharada de agua por cada color
1. Para hacer los terrones he usado un molde de bombones en forma de corazón pero podéis usar cualquier molde que tengáis de silicona. Primero mezclaremos el azúcar con el colorante y una cucharada de agua. Si no tenéis colorante, podéis usar infusión rooibos aunque no dejará el rosa tan intenso. Removed bien hasta que cambie de color el azúcar.
2. Rellenamos los moldes presionando con la parte de atrás de una cucharilla de café intentando que quede de lo más compacto. Retiramos con un pincel el azúcar sobrante.
3. Volcamos la cubitera sobre un papel sulfurizado y dejamos secar, mínimo dos horas.
4. Al sacarlos puede que alguno se os rompa, volved a usar el azúcar e intentarlo de nuevo. Repetir la misma operación con el azúcar blanco y dejar secar a temperatura ambiente, cuanto más tiempo, mejor, más se endurecerán los terrones.
5. Cuando estén bien secos, los introducimos en un tarro de cristal. Se conservan bastante tiempo.
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