PAN DE MOLDE INTEGRAL CON SEMILLAS DE AMAPOLA Y SÉSAMO

Os voy a contar algo con lo que os dejaré a más de uno, sobre todo a los que me conocéis menos, sorprendidos. Todos los bizcochos, tartas, galletas y demás dulces que hago me sientan mal, no debería probarlos. Me diagnosticaron hace unos meses una intolerancia al gluten que no es lo mismo que ser celíaca aunque sí que es fastidioso. Como podréis deducir todo aquello que lleva harina de trigo no es apto para mí. Cuando me lo dijeron, me quedé un poco en shock porque pensé en que iba a hacer con mi blog repostero y con mis sueños de tener un obrador algún día. Empecé la dieta y a leer sobre intolerancias, nutrición, alimentación y demás, incluso abrí mi tercer blog, "Buen provecho, Carmela". Cambié hábitos y mejoré mucho de mis problemas de salud pero dejé prácticamente abandondado El horno de Carmela y no me gustaba, estaba tristona, frustrada, confundida. No sabía que hacer. Así que en el verano decidí que la vida ni es blanco ni negro, que a veces puede ser de tonos grises, y que el gris es un color muy bonito para seguir adelante con mis sueños. Desde que empecé en esto de la repostería una de mis grandes frases, que algún día colgará de la pared de ese soñado obrador, es que "Una buena pastelera es como un hada repartiendo felicidad". Nadie dijo que esa pastelera tuviera intolerancia al gluten, ¿no? . Pues eso, que decidí seguir y retomar la marcha con más ganas que nunca. De las recetas que hago apenas las como, sólo las pruebo, salvo excepciones en que me paso algo más y estoy unos días con el estómago regular, pero en cuanto vuelvo a la dieta todo se normaliza, y yo tan feliz.
Hoy os traigo mi primera receta de pan. Empecé a practicar y amasar pero con lo del gluten también lo abandoné. De aquellos meses de práctica guardo esta receta de pan de molde que me encantaba. Supongo que para los que son panarras puristas les parecerá un poco soso o que no es un pan auténtico. La única forma de resolver la duda y me digáis qué os parece es probándolo. Pero antes de daros la receta, como siempre, un poquito de historia del pan de molde que lleva tanto años con nosotros que pensamos que ha estado desde siempre, cosa que no es así exactamente.
La humanidad lleva más de 3.000 años comiendo pan siendo el centro de la dieta en este período. A través de la historia, el pan se ha cocinado en casa o en hornos comunitarios donde el grano se ponía en común para aprovechar al máximo las materias primas. Las barras de pan no variaban mucho de unos países a otros hasta que llegó un hombre que revolucionó su producción y manera de comercializarlo. Ese hombre era Otto Rohwedder, el inventor del pan de molde.
Este hombre nacido en 1880 en Davenport (Iowa, EE.UU) siempre tuvo predilección por inventar máquinas de diversos fines con las que ganaba las modestas patentes. Por 1905, el pan en Estados Unidos consistía en unas barras grandes y con una dura corteza para preservar la ternura de la miga de su interior. Rohwedder escuchaba las quejas de las amas de casa sobre lo difícil que resultaba partir y conservar el pan. Pensó que sería idóneo crear una máquina para que los panaderos vendieran las barras ya cortadas.


Decidió lanzarse a la aventura publicando un cuestionario en varios periódicos en el que preguntaba por "un grosor de rebanada de pan que tuviera una aceptación universal". En pocos meses, 30.000 amas de casa le contestarían rearmando su ambición inicial. Vendió las 3 joyerías que tenía y con el dinero comenzó a construir el primer prototipo en un taller abandonado a las afueras de San José (Missouri). Era 1916. El primer problema que tuvo que afrontar estuvo relacionado con la duración del producto. Una barra entera duraba más tiempo que una rebanada por separado. Su solución fue insertar agujas atravesando las rebanadas para mantener la barra unida. Pero los panaderos que probaron el invento no acabaron muy contentos, a la larga las piezas metálicas se salían o caían. Al poco se incendió su taller reduciendo todas sus horas de trabajo y planos a cenizas. Pero Rohwedder no se rindió. Buscó trabajo como agente de seguros, recuperó capital y buscó socios. Para 1927 había construido otro prototipo mejor que el antiguo, envolvería las barras de pan con papel de cera para mantener las rebanadas frescas durante más tiempo.



Un año después patentó una máquina que cortaba pan en un sólo movimiento. Formó su propia compañía, la Mac-Roh Sales y Manufactura, para dar salida a la producción de su invento. Durante meses, nadie se interesó por una máquina que ocupaba una habitación entera. Para los panaderos, escasos de espacio en los obradores, era un incordio para sacar adelante su producción diaria. Tan sólo un panadero amigo suyo, Frank Bench se decidió a comprarla. La gigantesca máquina se instaló en la compañía panadera de Chillicothe en Missouri el 7 de julio de 1928, vendiendo así la primera rebanada de pan de molde de la historia. Rápidamente el nuevo producto se hizo muy popular e incluso la prensa se hizo eco como publicó el Constitution Tribune que le dedicó una página entera en la que llamaban al pan de molde "el mayor invento en la industria panadera desde que el pan se envuelve".
Tras los difíciles comienzos, Rohwedder consiguió en 1930 vender su máquina a una panificadora en Nueva York, la Continental Baking Company, que lanzó una línea completa de negocio basada en el pan de molde. La agresiva campaña de publicidad, llamándolo "Wonder bread" (pan maravilloso) hizo que el producto adquiriera notoriedad a nivel nacional.


Para 1933 no había una panadería en Estados Unidos que no tuviera una máquina del inventor. Aquel año, el 80% de la producción de pan en Norteamérica fue de molde. Satisfecho con su éxito, Rohwedder vendió los derechos de su patente a Micro-Westco, una gran empresa industrial, y se unió a la compañía como empleado para jubilarse en 1951 como vicepresidente de ventas.  Aunque este pan quizás no haya sido el mayor descubrimiento de la humanidad, sí que sirve de recordatorio para los jóvenes inventores: la perseverancia y la creencia de poder cambiar el mundo tiene recompensa, aunque sea rebanada a rebanada...


Con la receta de hoy os muestro mi bautizo como panadera y no puedo estar más orgullosa de mí misma. Es un pan de molde con harina integral y enriquecido con las semillas de amapola y sésamo. Podéis cambiarle las semillas si queréis por lino o chía o hacerlo todo de pan blanco sin harina integral o integral de centeno, lo dejo a vuestra elección. A mí me ha encantado de esta manera. Está buenísimo tanto fresco con mantequilla y mermelada o tostado con aceite y tomate. Es más fácil de lo que parece, así que si queréis un pan rico para desayunar y que sepa a pan de molde de verdad sin artificios, tomad nota... Ah se me olvidaba, el olor que tendrá la casa a pan recién hecho es como el de los obradores más auténticos. Me encanta!!

Para el prefermento

100 gr agua
20 gr levadura fresca
5 gr azúcar
130 gr harina de fuerza

Para la masa de pan

100 gr harina integral
200 gr harina de fuerza
2 cdas sésamo
1 cda semillas de amapola
10 gr sal
150 gr leche a temperatura ambiente
50 gr mantequilla a temperatura ambiente
1 cda miel
El prefermento

1. Primero hacemos la noche anterior el prefermento. 

2. Templamos el agua en un vaso y disolvemos la levadura en ella removiendo con una cucharita. Lo pasamos a un bol junto al azúcar y la harina. Mezclamos. Se quedará una masa muy pegajosa como un chicle. Lo metemos en un cuenco, tapamos con film y dejamos reposar toda la noche en el frigorífico.

3. A la mañana siguiente, hacemos la masa de pan. Mezclamos todos los ingredientes junto al prefermento y amasamos. Yo no tengo Kitchen Aid ni panificadora, lo hice a mano sobre el mármol de la cocina con un poco de harina esparcida para que no se nos pegue al mármol. 

4. Amasamos unos 10-12 minutos amasando de delante hacia atrás hasta que la masa quede elástica. Hacemos una bola, tapamos con un paño y dejamos reposar 5 minutos.

5. Forramos un molde con papel de hornear o engrasamos con aceite o mantequilla derretida. Yo usé uno desechable alargado de aluminio forrado de papel de hornear. Le damos a nuestra masa forma alargada, metemos en el molde, tapamos de nuevo con un trapo y dejamos reposar 2 horas en un lugar templado alejado de corrientes de aire. Pasado este tiempo veremos lo "gordito" que está nuestro pan. 

6. Pintamos con un poco de mantequilla derretida por encima y horneamos a 200º unos 30 minutos. Sacamos del horno, lo desmoldamos tirando del papel y dejamos sobre una rejilla hasta que enfríe del todo.



Como véis es muy fácil de hacer y os gustará lo acompañéis con dulce o salado. Se conserva muy bien en una bolsa de plástico, así que tendréis todas las mañanas una rebanada de pan casero para comer o tostar delicioso. Bienvenid@s al mundo panarra.

 




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