PORTOKALÓPITA O PASTEL DE NARANJA GRIEGO 

Hoy me he levantado viajera y he decidido que esta semana voy a viajar a Grecia dentro de la sección de repostería internacional. Grecia es ese país que tanto estudié en mis años de facultad cuando cursaba la licenciatura de Historia y que nunca he llegado a conocer. Espero que algún día pueda visitarlo. Mientras tanto me conformo como con otros países o regiones de España con conocerla un poquito más a través de su gastronomía que nos acerca a su vida, costumbres y cultura. Os traigo un pastel de naranja muy peculiar, el Portokalópita, un pastel que no lleva harina, sino pasta filo mezclada con ralladura de naranja y yogurt griego, que le da una textura deliciosa regado por un jarabe de naranja que os va a encantar al primer bocado.
Este pastel simboliza muy bien lo que es la repostería griega, a caballo entre Oriente y Occidente, una encrucijada de culturas, lo que se refleja y se percibe hasta hoy en todos los aspectos de la vida cotidiana en Grecia. Un país con una tradición repostera muy enraizada que aglutina gran variedad de delicias dulces predominando en casi todas ellas la influencia oriental que trajeron consigo los griegos del Asia Menor expulsados de sus tierras en 1922.
Las especialidades de repostería en Grecia, con sus variantes regionales, son muchísimas. Muchas de ellas están asociadas a grandes celebraciones sociales y festividades religiosas como, por ejemplo el kurabiés (una especie de polvorón),


 los melomakárona para la Navidad,


o el tsureki (trenza levada dulce) de Pascua.


El denominador común de todas ellas es que poseen reminiscencias orientales que quedan reflejadas tanto en los ingredientes (miel, hojaldre, frutos secos) como en su método de elaboración artesanal. En Grecia, la palabra halvás presta su nombre a tres postres diferentes:
El halvás de sésamo, de origen oriental, siempre ha sido el dulce por excelencia del ayuno de la Cuaresma. Su base no es más que una pasta de sésamo y, según los ingredientes que se le añade, puede ser de sabor a chocolate o relleno de nueces, almendras, avellanas o pistachos.


El halvás de sémola que se cocina con aceite y mantequilla y se coloca en un molde. Se sirve rociado de limón y con canela y sigue siendo uno de los postres favoritos de los griegos.


Y finalmente, el halvás  Farsalón, hecho con harina de maíz que debe su nombre a la ciudad de Farsalia, la ciudad que le vió nacer.


En toda Grecia, se elabora también, la versión del lokúm turco. Lukumia en griego, son pequeños cubos gelatinosos, hechos a base de almidón con azúcar, con sabor a zumo de frutas comúnmente, que se sirven espolvoreados con azúcar en polvo aromatizado o coco rallado. Los hay de diferentes colores, sabores y formas, mientras algunas recetas incluyen trocitos de pistachos, avellanas, almendras o nueces. Los más famosos por su delicioso sabor son los de la isla cicládica de Syros. La ciudad de Serres, en Macedonia, es conocida por otra versión diferente del lokúm que se llama acanés, que es más pequeño, hecho con mantequilla de cabra y almendras, mientras que en Komontini, una ciudad de Tracia, el lokúm tiene la forma de una salchicha empapada en el mosto de uva. Estos cubitos multicolores acompañan a diario el café griego y suelen ser ofrecidos después de los funerales para endulzar los momentos amargos que nos depara la vida.


Otro dulce tradicional, delicioso y barato, que se encuentra en toda Grecia es el pasteli, que consiste en una pasta dura de sésamo y  miel.


 Un poco más difícil de encontrar es la mustalevriá, hecha a base de mosto de uva, harina y azúcar y mucha canela.


En Creta el postre tradicional son los kalitsunia, un tipo de empanadilla hecha con el queso dulce de mizithra, azúcar, huevos y canela y regados con miel.

 Los que ya hayan visitado las islas Jónicas probablemente hayan probado las especialidades locales como el mandolato, hecho con claras de huevo, almendras tostadas, miel y azúcar, muy parecido a nuestro turrón duro oficial. Se dice que era el pastel favorito del emperador Justiniano.


Y por último, me queda por mostraros los tres dulces más conocidos o populares griegos, el baklavás, un pastel compuesto de pasta filo, mezcla de frutos secos y miel,


el kadaïfi, fideos finos y extra largos que sirven para crear dulces también rellenos de miel y frutos secos,


y, por último, el galaktobúreko, un dulce hecho con leche y hojaldre fino.


No me digáis que con todo este despliegue repostero, no estáis deseando de que os de la receta para hacer el pastel de naranja y viajar por un momento a Grecia. Os dejo la receta...

1 paquete de pasta philo
250 gr de yogurt griego
Ralladura de 2 naranjas
150 gr azúcar
4 huevos
1 sobre de levadura
200 ml aceite de girasol o de oliva suave
1 cdta esencia de vainilla

Para el sirope de naranja

El zumo de 2 naranjas
100 gr azúcar
1 vaso de agua

1. Primero sacamos las hojas de la pasta philo, las separamos y dejamos encima de una mesa o de la encimera de la cocina para que le de el aire unos 20 minutos. Después las troceamos y reservamos.

2. Batimos los huevos con el azúcar, la ralladura, la levadura y la esencia de vainilla. Cuando esté bien mezclado, le agregamos el yogurt. Volvemos a mezclar y vamos añadiendo el aceite poco a poco y mezclando bien. Cuando todo esté integrado, añadimos los trozos de la pasta philo y mezclamos bien con una espátula para que se distribuyan bien. 

3. Volcamos en un molde o recipiente de cristal engrasado y horneamos a 200º unos 40 minutos. Empezará a dorarse por arriba, si no lo queréis que quede muy tostado, podéis taparlo con papel de aluminio.

4. Mientras, hacemos el sirope mezclando todos los ingredientes en un cazo y dejando que reduzca. Reservamos templado.
Cuando saquemos el pastel, veremos que tiene esta textura tan increíble.


5. Dejamos que se atempere unos 10 minutos, y regamos con el sirope empapándolo bien. Dejamos enfriar del todo antes de servir. El corte del pastel es de una esponjosidad maravillosa, mirad.



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