PANELLETS DE PIÑONES


Estamos acabando el mes de octubre y nos acercamos a una de las fiestas más celebradas en Cataluña, la fiesta de la Castañada, que se celebra el 31 de octubre. Una fiesta que se remonta a la Edad Media. A pesar de que son muchos los orígenes a los que se hacen referencia, uno de los más extendidos es el que tiene que ver con la costumbre de tocar las campanas de todas las iglesias y conventos para recordar a los vecinos la necesidad de rezar por los difuntos durante la noche de Todos los Santos. A medianoche, vecinos y feligreses, se acercaban a la iglesia y compartían con los campaneros frutos secos como almendras, piñones y castañas, además de galletas, dulces y vino. Y de este origen, muy relacionado con las prácticas religiosas, ha derivado a lo que hoy llamamos Castañada. Con el tiempo, en los pueblos se  estableció como costumbre que los hombres recogieran, la tarde del 31 de octubre, las castañas, los boniatos y algo de leña, y que las mujeres hicieran pequeños pastelitos a base de almendra molida y azucarada. Al llegar la noche se reunían alrededor del fuego para comérselos, celebrar el final de la recolección y rezar por los difuntos. Este día, los niños tenían que dejar las castañas escondidas en algún rincón de la casa para que, por la noche, las almas de los que faltaban vinieran a recogerlas y se las cambiaran por panellets.


Los panellets son unos dulces sencillamente deliciosos, caracterizados por su textura esponjosa, por su cobertura de clara de huevo y por el aspecto brillante que adquieren cuando se hornean. Son el dulce típico de Cataluña y otras comunidades de España. La tradición de los panellets está relacionada directamente con antiguos cultos funerarios, donde se tenía la costumbre de elaborar comida y llevarla hasta la tumba de los difuntos. Se sabe que desde el siglo XVIII los payeses elaboraban este postre litúrgico en sus propias casas, aprovechando los frutos secos recolectados en otoño, y los consumían una vez eran bendecidos en las iglesias. Se tiene constancia que, a partir del año 1796, estos pasteles comenzaron a rifarse, junto a otros alimentos como los pollos, en las ferias populares de Barcelona, consiguiendo un notable y rápido éxito entre los asistentes, lo que hizo que muy pronto esta costumbre se extendiese por otras poblaciones cercanas a Barcelona. Además de las rifas, otra tradición muy arraigada, especialmente en Barcelona, era exponer el dulce en los cafés de la ciudad, en unas mesas muy bien iluminadas y ornamentadas con flores.


A principios del XIX, con la proliferación de las pastelerías, los panellets se convierten por fin en un artículo de compra-venta, alcanzando una gran aceptación por parte del público, lo que provocó una costumbre que aún se mantiene en la actualidad: anunciar su venta mediante grandes y llamativos carteles en las puertas de los establecimientos. Una efeméride importante en el universo de los panellets lo constituye el año 2002, al obtener el sello europeo de calidad alimentaria, convirtiéndose en el primer producto elaborado en Europa en conseguir este prestigioso galardón. Para hacernos una idea de la importancia de este premio basta recordar que, a fecha de hoy, solamente hay tres productos españoles que pueden presumir de contar con él: las tortas de aceite, el jamón serrano y la leche de granja.
Aunque los panellets suelen relacionarse como un dulce tradicional de Cataluña, lo cierto es que también son típicos de otras comunidades autónomas como Aragón, Valencia, Baleares, así como también en el Príncipado de Andorra.


El panellet tradicional consiste en una base de mazapán y está cubierto de piñones. Sin embargo, hoy en día pueden encontrarse infinidad de recetas y variedades de los más diversos sabores. Un panellet clásico de producción artesanal o casero está elaborado sólo con 3 productos básicos: claras de huevo, azúcar y almendra.Una vez conseguida la masa, se les van dando formas muy variadas, al tiempo que se le añaden diferentes ingredientes al gusto, consiguiendo así un sabor y aroma característico y diferencial de cada pastelito, que no suele sobrepasar los 30 gr por pieza. Además de los clásicos panellets de piñones y los recubiertos de granillo de almendra, otras sabores que han alcanzado una gran popularidad son los de coco, avellanas, naranja, limón, yema, café o fresa. Por costumbre y tradición, existe una tendencia a elaborar panellets de diferente forma, con el objeto de diferenciarlos según su sabor. Los de piñones, además de por su mayor precio, se distinguen por estar rebozados de este fruto seco. A los de yema se les suele dar una forma redonda, mientras que los de almendra son más ovalados. Los de limón suelen presentar un pequeño triángulo de fruta en la parte superior, mientras que a los de café se les suele hacer una hendidura con forma de grano y los de coco suelen tener forma de pico.


Los panellets pueden tomarse como postre tanto en la cena como en la comida del mediodía, siendo su complemento ideal unas castañas asadas o crudas y un poco de vino blanco o dulce, especialmente el Moscatel o el Malvasía. Os recomiendo que os apuntéis a la tradición y os animéis a cocinar, o cuando menos, a consumir estos panellets. Os dejo la receta...

250 gr de almendra molida
250 gr de azúcar
la ralladura de un limón
2 huevos
100 gr de piñones

1. Mezclamos la almendra con el azúcar, la ralladura del limón y las claras de los huevos. Reservaremos las yemas.  

2. Mezclamos primero con un tenedor y  cuando empiece a ser más compacta podéis hacerlo con las manos. Dejamos reposar la masa ya mezclada unos 15 minutos. 

3.  Cuando haya pasado el tiempo de reposo empezamos a hacer los panellets, podéis humedeceros las palmas de las manos si  notáis la masa un poco pegajosa. 

4. Cuando estén todos hechos los pasamos por un bol donde tendremos los piñones,  presionando un poco con las manos para que se queden bien pegados. Los vamos poniendo en una bandeja de horno con papel sulfurizado.  

5. Batimos las yemas que teníamos reservadas y pincelamos los panellets con el huevo. Horneamos a 200º unos 15 minutos aproximadamente hasta que veamos que están doraditos. Dejamos enfriar y listos para comer.




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